Besarte hasta los lunares,
comerte hasta el pasado,
disfrutarte en mis sueños,
dibujarte en la mirada un ‘te quiero’
y quererte,
quererte hasta las cicatrices incurables.
Como nadie había hecho,
llevarte al fin del mundo,
con una mirada, matarte,
con una caricia, resucitarte,
con un beso, callarte,
y con un abrazo, despedirte.
Y te fuiste,
las ganas de tenerte, desvanecieron,
las ganas de comerte, se agotaron,
las ganas de quererte, desaparecieron.
Nosotros desaparecimos,
al igual que la luna llena en una noche nublada,
o el Sol en días de llanto.
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