Una vez más he fallado, he roto los cristales de su vida pudiéndolo evitar.
Mi subconsciente me dice a gritos que qué hago con mi vida, que no puedo entrar en ella, descolocarla, romperle los esquemas e irme sin motivo alguno, sin razón coherente que me salve de la cadena perpetua donde me he metido. Y ahora nadie es capaz de liberarme de su alma, nadie es capaz de hacer que me proclame odiadora de mi ser porque es lo único que merezco, porque no me la merezco.
Romper vidas como romper un cuadro, como si fuera fácil reconstruirlo...
No encuentro palabra exacta para definir el término de odiarse por unos actos mal ejecutados.
Desearía perderme, olvidarme de todo, cambiar de aires, de vida; como si fuera fácil...
Y es que tan difícil es quererse como fácil odiarse, y eso es lo que me pasa, un día estás en la cima y otro día caes dando vueltas de campana, para que duela más.
Esta vez me he fallado y, lo peor, la he fallado.