Volver a ese instante,
volver a ese momento en el que te
tenía entre mis brazos, esos últimos minutos de vida en los que me despedí de
ti, o volver a esa simple mirada que se quedó clavada en mí.
Y es que esos últimos minutos de vida también lo fueron para
mí, porque desde que te marchaste no me siento con ganas de nada, solo con
ganas de ti. De volverte a ver, de tener tus caricias y buscar, contigo, una
forma de evadirme del mundo. Entonces es cuando ahí me doy cuenta que tú eras
mi mundo y ese verbo también se conjuga en presente,
porque aún lo sigues
siendo.
Y sin darme cuenta, así pasan las horas, los días, las
semanas; así me paso yo las clases pensando en el modo de volver a verte algún
día, cuanto antes, porque nadie se hace una idea de todo lo que te necesito, y,
a lo mejor, esa forma de llegar a ti es por la ventana,
quien sabe.
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