Tenerte ahora, en futuro y en mi cama, entre las sábanas.
Coserte las heridas que te quedaron abiertas, a mordiscos,
para que te acuerdes de mí y nunca te olvides de quién te las cicatrizó.
Mirarte y perderme entre tus ojos, tu mirada, perderme entre
ese mar de dudas y de deudas que tengo contigo, con tu espalda.
Contarte los lunares, esos cientos que tendrás y besártelos,
besarte hasta los lugares más intrépidos de tu cuerpo.
Dibujarte una historia, como la nuestra, pero sin fin.
Porque dicen que si escribes una historia sin final, aunque ésta acabe, pero el
final es libre de acabar como quiera.
Y que si tengo que acabar contigo de alguna manera, que
mejor forma de hacerlo que en tu cama, de noche en la playa o bajo la luz de la
luna llena que nos alumbre en una noche de primavera en un parque cualquiera de
tu ciudad favorita.