Miles de miedos recorren el cuerpo. Miles de miedos que te hacen temblar. Miles de miedos queriéndose tirar por ese precipicio; y yo mirando desde ese acantilado.
Miles de miedos que proponen guerra, miles de miedos queriendo huir; y yo siendo consciente de que miedo eres tú.
Dicen que quien no arriesga, no gana; tan repetitivo que ya cansa. Dicen que si lo intentas, puedes perder, pero si no lo intentas, estás perdido. Me canso de tantos tópicos. ¿De qué sirven? Si al fin y al cabo sales herido, hundido, devastado por ese huracán con unas jodidas piernas que dan vértigo, y me hacen temblar, y hacen tambalearme al filo de ese acantilado donde me encontraba, y me hacen pensar en todos los miedos, pero miedo sigues siendo tú.
Pero ¿qué sería de nosotros sin miedos? ¿qué sería de nosotros sin huracanes que pusieran nuestra vida patas arriba? ¿Acaso no es lo más bonito? Ese huracán conquistando nuestro cuerpo a base de caricias por la espalda, besos por el cuello y un que otro mordisco que provoca un tsunami tras su huida.
Por eso (te) tengo miedo. No te vayas.